La reina Candance, Cleopatra, la reina de Saba, Nzinga Mbandi, son algunos de los nombres que ejemplifican una de las teorías del profesor senegalés Cheikh Anta “Diop em Black Africa: the economic and cultural basis for a federated state” existía una unidad cultural en el África precolonial que en la mayoría de los casos impregnaba el matriarcado. Debemos comprender que nuestra mirada está condicionada por los modos eurocéntricos. En África, el matriarcado se traduce a veces en una cierta horizontalidad entre los géneros y a veces en una concentración política en manos de las mujeres durante el periodo precolonial. Este modo de vida empezó a desmantelarse con la llegada del Islam y más tarde de las élites europeas.
Los akan son una sociedad matrilineal de Ghana y Costa de Marfil. La identidad, el patrimonio, la riqueza y la política están determinados por el linaje de las mujeres. Entre los akan, pueblos de la actual República de Ghana, existe la figura del “omahene”, un cargo político ocupado por una mujer que ejercía un verdadero poder político (BRACKS, 2015, p.04).
En detrimento de una historia patriarcal en la que las mujeres europeas, especialmente las del norte, estaban sometidas a la subalternidad, a los matrimonios concertados y a los mandatos de sus padres y maridos, lo que vemos en nuestra sociedad actual es que las mujeres blancas cobran un 70% más que las mujeres negras de los reinados matriarcales. En una sociedad donde el dinero es sinónimo de poder, las mujeres negras no suelen verse representadas por el feminismo de Beauvoir. Por eso, hace más de 30 años estas mujeres encontraron una forma de contraatacar uniéndose entre las suyas. Desde 1992, el 25 de julio se celebra el Día de la Mujer Negra de América Latina y el Caribe. En Brasil, Tereza de Benguela y el Día de la Mujer Negra se celebran en la misma fecha desde 2014.
Los procesos de colonización han despojado al cuerpo femenino y negro de su humanidad. Históricamente, a las mujeres negras se les han negado cosas tan sencillas como el amor, el cuidado y el progreso. Todo en nombre de una política de exterminio abiertamente reforzada. Según un artículo del Instituto Geledés publicado en mayo de 2015, las mujeres negras son minoría en el mercado matrimonial. La mentalidad colonizadora, después de violar y explotar, también se encargó de devaluar la estética negra.
[…] Más que ningún otro grupo de mujeres en esta sociedad, las mujeres negras han sido consideradas “sólo cuerpo, nada de mente”. El uso de cuerpos femeninos negros en la esclavitud como incubadoras para la generación de otros esclavos fue la ejemplificación práctica de la idea de que las “mujeres rebeldes” debían ser controladas. Para justificar la explotación masculina blanca y la violación de las mujeres negras durante la esclavitud, la cultura blanca tuvo que producir una iconografía de los cuerpos de las mujeres negras que insistía en representarlas como altamente dotadas de sexo, la encarnación perfecta de un erotismo primitivo y desenfrenado. (HOOKS, 1995, p. 6)
Según la Fundación Getúlio Vargas, este sector de la población suele tener tasas de participación más bajas y tasas de desempleo e informalidad más altas que otros grupos demográficos. La falta de perspectivas económicas y profesionales les hace física y psicológicamente enfermos y vulnerables.
El Mapa de la Violencia 2015, elaborado por la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO), muestra un aumento del 54% en el número de homicidios de mujeres negras en diez años, de 1.864 en 2003 a 2.875 en 2013. En el mismo período, el número anual de homicidios de mujeres blancas disminuyó un 9,8%, de 1.747 en 2003 a 1.576 en 2013. (ONU Mujeres, 2015).
Aunque sean solitarias, madres. En Brasil, el 51,8% de los hogares están dirigidos por mujeres, que suelen encargarse del cuidado de padres e hijos. En una encuesta, el instituto Think Olga confirma lo que vemos: la mayor parte del trabajo de cuidados que se realiza en Brasil corresponde a mujeres negras.
Los datos se confirmaron cuando estuvimos en el campo, durante LA Cuida, y nos dimos cuenta de que la mayoría de las acciones relacionadas con el Cuidado son realizadas por y para las mujeres negras, tal vez porque para otras partes de la población ocurre de forma natural, aunque como dijo Claribed durante el evento “El Cuidado en el Centro del Futuro de América Latina”, todos necesitaremos cuidar y ser cuidados en algún momento de nuestras vidas. Soñar con un mundo en el que las mujeres negras sean cuidadas es pensar en un mundo en el que nuestras bases sean cuidadas.
Este año, el PI ya ha completado cuatro laboratorios ciudadanos y, como institución en la que el Cuidado es un tema transversal, siempre buscamos fortalecer la presencia de las mujeres. En este camino, conocimos a Sandra, participante de LAB Tempestade Olinda. Nicol, participante de LA Cuida en Cali, Roberta que lidera el GT Mujeres Grandes Guerreras aquí en el LAB y muchas otras que tienen el Cuidado como principio rector.
Al poner en la misma mesa los cuidados, las mujeres y los datos aquí presentados, empezamos a darnos cuenta de la complejidad del asunto y de la necesidad de un análisis meticuloso. Sandra, por ejemplo, es vecina de Olinda y hace tres años se dio cuenta de que un gran número de mujeres en paro vagaban por las calles de su barrio y decidió movilizar a su red de contactos para encontrar trabajo a esas mujeres en un proyecto llamado Mulotus, pero pronto se dio cuenta de que iba por el camino equivocado: “Esas mujeres están destrozadas y no tienen la estabilidad emocional para mantener trabajos, amistades o relaciones”, dice. Mulotus cambió de enfoque y ahora Sandra intenta buscar ayuda psicológica para estas mujeres, que no siempre están dispuestas a recibirla.
Desde el año pasado, Lia Lopes y Soledad Maria construyen LA Cuida, el Laboratorio de Activación de la Economía del Cuidado, un arduo trabajo que seleccionó y reunió 10 iniciativas colombianas cuyo hilo conductor era la Economía del Cuidado. Junto a ellas estuvo Marília Guarita, que el año pasado terminó su tesis de maestría sobre el Cuidado. En la convocatoria se priorizó a las mujeres negras e indígenas, a partir del conocimiento de lo anterior y del entendimiento de que las mujeres negras son la inmensa mayoría en las actividades de Cuidado “…en nuestra cultura, arraigada en una sociedad esclavista, la mayoría de las personas que realizan este trabajo en Brasil son mujeres negras, profesionales domésticas y cuidadoras” (Economía del Cuidado, Piensa Olga, 2020).
Nicol, una de las impulsoras de LA Cuida en Cali, tiene 20 años y desde su experiencia en espacios comunitarios, se ha dado cuenta de que falta cuidado para los que cuidan y, al igual que Sandra, durante el laboratorio, destacó la importancia de mirar la salud mental y agregó que debemos hacer lo que nos hace sentir bien
Aquí, en el LAB de Santos, Roberta se dio cuenta de que las mujeres de la región de Bacia do Mercado necesitaban encontrar un oficio e intentó organizarlas en un Grupo de Trabajo que trasciende las clases y forma vínculos entre las mujeres que se reúnen allí.
“En toda América Latina, las mujeres campesinas, afrodescendientes e indígenas son las grandes líderes e inspiradoras de sus comunidades. Como seres colectivos, es fundamental que pensemos en estrategias y acciones afirmativas centradas en la educación básica y en cuestiones de género y raza, como la equidad salarial, que apunten a quitarles la carga del cuidado a estas mujeres, contribuyendo a la construcción de una sociedad que se responsabilice del trabajo de cuidado de manera colectiva, con el Estado como uno de sus principales guardianes.”
(Soledad Maria, Coordinadora de LA Cuida).
Nuestra lucha es para que las mujeres sean retribuidas por sus realizaciones y sean capaces económica y psicológicamente de recuperar la realeza que les fue arrebatada, de ocupar cada vez más páginas de la historia, no sólo con sus nombres como importantes reinas y guerreras del pasado, sino también con sus conceptos de poder y organización, con el respeto a sus deseos y afectividad y con el reconocimiento a su capacidad intelectual, siempre tan minusvalorada.